domingo, 19 de septiembre de 2010

ESCASEZ DE SENTIMIENTOS


Pasado el parón veraniego suspiro; estaba harto de sol y gente ociosa -entre ellos yo mismo-. Todos los días de acá para allá, sin rumbo, perdiendo la vida en un país que me odia por ser distinto, por no compartir su visión homogeneizada, de forma artificial, de lo que es aprovechar la vida en sí misma y las escasas oportunidades que ésta te da, de lo que es el sentido inmaculado de la misma, de lo que son los valores de permanencia en uno mismo, de inalterabilidad, de virtud. Un país frustrado que se engaña haciendo creer(se) que todo tiene una salida de emergencia...

Pero bueno, seguimos adelante, siempre adelante...en un eterno caminar entre brumas que hacen recogerte en ti mismo. En un enterno discurrir, tengo la sensación de que todo debate es esteril y reiterativo, tengo la necesidad permanente de pasar a la acción inminente e inmediata en la que desfogar toda la rabia contenida, toda desazón del alma...

Ese es mi deseo pero la sociedad que me rodea, lo que te otorga te lo quita sin más explicaciones y miramientos, me compele a hacer o realizar cosas bien distintas y distantes. Mi tesón me empuja constante hacia un camino de rectitud, mis labios no mienten, pero, las acciones destinadas a recorrer ese camino intransitado se frenan, se detienen en cuanto contactan con el sentir general y generalizado. La catalepsia está servida en platos de oro denominados ayudas y subvenciones. El resultado de tanta lucha por no hacer es visible, áspero y nos aniquila uno a uno...

Con denuedo he ido sorteando todo obstáculo que me encontraba; ahora desfallezco y no puedo más. En ese morir pienso que la perfección de la vida es irse (de inmediato) sin hacer ruido...morir. Quizá de esta forma todo lo que he pasado tenga o cobre un especial significado porque, de lo contrario, sería asomarse al abismo del nihilismo del contrasentido, de la ilusión y el ensueño. No. Mi vida es y ha sido real, con errores, pero real. De esta realidad extraigo las gotas de zumo de esta amargura que oprime mi pecho y te las entrego, volitivas inducidas al sereno colapso de quien ya no espera sino la consumación del fin.
Es tarde y nada podemos remediar...la escasez de sentimientos realmente sentidos en mi vida prodiga artificialmente mis últimas palabras donde sólo me resta decirte: "tú serás el próximo."

Joseph Sczënczë

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