sábado, 19 de diciembre de 2009

TEORÍA SOBRE EL DASEIN

TEORÍA DEL DASEIN


No sé muy bien que ocultos motivos me han impulsado a desnudarme ante todos y ante mí mismo. El acto de confesarte tiene algo de desnudez, de quitarse las máscaras y ropajes que revisten nuestras vidas y nuestras realidades. Esto me produce pudor. Lo cierto es que en este momento que tomo la terrible decisión, mi vida está compuesta de una especie de magma caótico y por supuesto, tóxico, algo así como un caudal de vertidos. Esa toxicidad me alimenta a diario, me envenena haciéndome creer que el sentido y fin último de mi vida es aprender a morir, reconocer el fracaso y el agotamiento que supone estar vivo, como en una especie de adiós permanente; una eterna despedida. Pero lo que más perplejidad me causa es la voluntad férrea con la que me despierta mi propia existencia cada día. No se doblega ante este untuoso veneno vital, no se herrumbra ante la cercanía de lo circundante o próximo, no se disipa ante el ventilador de la cotidianeidad y sus menesteres, no desaparece, en fin, ante el enjuague de tu amor, tu amor por mí.


Debido a que en la naturaleza del hombre se encuentra la impronta de la caridad y el reconocimiento –agradecimiento- a los demás –a sí mismo-, me motivo así para lograr rehacerme de mis pedazos, recojo pacientemente mi armadura esparcida y me rearmo caballero sin esperanza ni orden a la cual acogerme. Inicio esa andadura quijotesca elevando la frente apesadumbrada por la fatiga y la pobreza y, de manera inconsciente, encamino mis pasos a la derrota a la búsqueda de Dulcinea representada por un acto impredecible y volitivo pero al fin no exento de amor.


No quiero que el lector se distancie del mensaje que deseo transmitirle debido al envoltorio dorado del pesar con que ofrezco mi corazón o en ocasiones a la decadencia de mi forma transmisora del ser entre el deber ser. Mi objetivo, además de reconocerme en la realidad que me rodea –circunda- y, así otorgar-me la cualidad de ser que al final procure el alivio y la paz que da el ser a diferencia del parecer. Esto tiene un claro significado; soy porque los demás me reconocen y otorgan esa cualidad de ser y reconocerme en mi ser que al vez es el reconocimiento de su ser en mí como una ontología empírica. Por ello, mi angustia viene determinada por la falta de reconocimiento por parte de la sociedad a la que estoy abocado a pertenecer y, por ende, a ser e interpretar ese papel que haga que sea dentro de la misma. Inicié este diario recopilando sentimientos y acontecimientos en el tiempo que trascurre paralelo a nuestras vidas (…).
A continuación le relato a mi idéntico amigo lector el viaje que emprendí hace un tiempo y del que conseguí transformar en relato lo que entonces experimenté.


Es primavera, mis sentimientos se agolpan y mi sangre fluye esperanzada por la cercanía de un cambio regenerador. Fuera todo se muestra vital y apetecible realzando ese júbilo a través de los aromas de la vida que me están vedados. Ahora pienso en ti como balanza que equilibra el orbe. A veces, cuando no estas cerca de mí –alivio permanente- pienso que refugiarme entre tus brazos constituye algo delicioso con lo que deleito mi tristeza por tu ausencia. Es curioso como el amor nos transforma provocando una involución que se proyecta al exterior. Es como una luz interior que alumbra la vida de los que te rodean. Esa energía que emana del amor representa la máxima pureza, la meta a alcanzar, el estado febril del delirio que me trae tu imagen en sueños. Es gracias a este sentimiento y pasión que sigo vivo, que sigo luchando por ser lo que he de ser.
Llevo tiempo esperando una oportunidad que haga de mí una persona, que constriña esta actitud reluctante y magnética que afrenta mi existencia opaca. Hace tiempo que no tengo nada que perder, porque lo he perdido todo. Ahora no me importan mis metas, mis ilusiones; las he aniquilado. Me encuentro entre un espacio vacío rodeado de esa oscuridad que no me abandona y en la que me siento verdaderamente confortable, protegido como un niño sobre el regazo de su madre. Esta oscuridad me alimenta y determina mi propia condición haciendo que sea así aunque esto no constituya mi verdadero ser –el que han de reconocer los demás- pero no se trata de un problema, puedo llevar mi vida bajo este paraguas.


La vida es un puro estallido, una fiesta orgiástica que invita a participar en su bacanal. No tengo fuerzas para oponerme y albergo la sospecha de que nunca podré contar en la misma como miembro de pleno derecho, sólo seré un extranjero invitado, alguien pasajero. Es verano, me parece obsceno escribir esto… debería salir y acomodarme a la situación que produce en los demás. La luz del sol inunda todos los rincones oscuros de mi vida, no me siento mejor por ello, todo es más violento y me produce pudor como un exhibicionista novato. A veces, me siento incomprendido por otros que como yo, se encuentran en la misma situación. Esa incomprensión viene alumbrada porque en mi caso adopto una actitud ausente frente a lo que se supone que es un grave ataque a la dignidad humana. A mi no me importa estar solo, carecer de dignidad, de esa dignidad que se circunscribe al beneficio económico y la incardinación en un determinado status social condicionado por el primero. No tengo ni lo uno ni lo otro. Transcurro lentamente por los intersticios de la indolencia sin apesadumbrarme demasiado porque de esta manera puedo contener mi aliento para vivir un día más.


Es otoño, la naturaleza cierra un ciclo, ahora los árboles se desprenden de sus hojas doradas como yo de mis recuerdos, no necesito lastres en mi corazón liviano. He aprendido a convivir con el recuerdo borroso que no trasmite una ubicación concreta de mi propio ciclo vital, no existe la posibilidad de encontrarme a través de coordenadas preestablecidas. Hoy me he levantado con humor, uno de esos días en los que te apetece beber un buen trago de la vida para embriagarme de la misma y saborear la cadencia que tiene. Mi mente esta despejada, mi cuerpo no sufre los dolores de los golpes de la existencia. Me he animado para emprender una excursión al campo de la felicidad donde regocijarme por este día. El placer que me invade acolcha mis penas y todo parece más real, más metódico no hay nada que en este momento preciso perturbe mi estado de semiinconsciencia, es como encontrarse pilotando un avión por encima de las nubes. Dejo voluntariamente que los mensajes que flotan por el aire penetren en mi piel y produzcan una sensación adormecedora en mi voluntad. He olvidado que hace más de dos años que dejé de ser persona, he olvidado que no cuento ni en estadísticas, ni en listados oficiales ni en ningún registro administrativo; ahora sólo soy yo mismo, sin prejuicios sin tapujos, un yo libre y deliberadamente feliz.


Es invierno, hace frío fuera y no lo siento porque mi alma esta gélida sin atisbos de vida ni una leve mariposa. Cuando en esta ocasión me pongo delante del papel e intento transmitir mis emociones, no encuentro ese cabo al que asirme y parece por momentos que naufrago en este mar de intereses (…). Los miembros los tengo entumecidos por la desidia y el desasosiego. Me pongo en movimiento pero cada acción entraña una consecuencia insospechada en mi interior, como si algo se rompiese pues oigo el crujir de mis emociones. Sólo soy un juguete roto en mitad de la calle. La gente, esa masa amorfa y anónima, me mira con perplejidad como si se reconociesen en mí, como si una parte de su ser se encontrase dentro de mí, esto les asusta y lo intuyo. A pesar de todo no me importa, no me importa que yo sea una parte suya porque con ello habré logrado por fin el reconocimiento que ansiaba; ser a través de ellos, de su acto reflexivo de re-conocerme como si ya con ello tuviese un ser anterior a la realidad en la que nos encontramos, al momento preciso en el que se produce el encuentro. Creo que por fin soy esa persona que los demás me dejan ser cumpliendo por ese motivo el papel que he de ser, que no es otro que el que quiero ser. Ante la fabulosa coincidencia de estos dos planos, no puedo por menos que mostrar gratitud hacia los demás y una cierta conmiseración por lo que fui durante el periodo que no fui; en mis labios se dibuja un esbozo de sonrisa y cierro los ojos para no ver lo que no fui y ver lo que soy.
Ahora que el frío entumece mi cuerpo no siento frío, ni hambre, ni sed, ni soledad, ni desazón. He comprendido que la Verdad que buscaba se encuentra, siempre se ha encontrado, no en lo que soy por el reconocimiento expreso o tácito de los demás, ni en lo que no soy debido a la ausencia de ese reconocimiento por los otros, ni tan siquiera por lo que parezco ser cuando creo que soy o no soy; poco importa. La Verdad que buscaba –que es- está en las palabras que de tus labios escucho como una única respuesta posible antes de apagarse mi tenue existencia portadora de una luz tan tenue que no alumbra ya, que no tiene fulgor: “Soy el que soy”.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

PROBABILIDAD CERTERA

Una y otra vez escucho y veo en los noticieros de solera y subvenciones recientes, como está la situación actual en el mundo, como se produce la sublevación de los grupos humanos más débiles -y piratas- ante países claudicantes y dispuestos a cometer incluso hasta un delito de colaboración con banda armada al pagar rescates.

Esta situación no es más que el resultado de una balanza tremendamente desequilibrada hacia uno de los lados. Es el resultado de un avance, sin tregua, de unas multinacionales y sus dirigentes-políticos con el único y primordial afán de convertir el planeta en un "supermarket" para las clases pudientes del mismo y, donde esas mismas clases, tomen sus productos a su antojo y capricho.

El principal problema es que ya no queda más territorio que conquistar y el avance se detiene por momentos, lo que inquieta en sobremanera a sus principales valedores y potentados. Ya no hay más conquistas, ya no hay más grupos humanos a los que domeñar y condenar a un crecimiento sostenible y a un consumo exacerbado.

Por ello, ahora sólo nos queda aguardar y pensar que nosotros seremos los siguientes, los siguientes en convertir en más grande y en engrosar la lista de "desechos humanos" de este su desarrollo sostenible, los siguientes en convertirnos en piratas pero no del Caribe...


Joseph Sczënczë