jueves, 11 de febrero de 2010

ARROGANCIA EN EXTREMO

Saludos cordiales.

Pasamos por una deriva sin precedentes, sin sectores que se libren de la misma, sin un final que se atisbe.
Sin embargo, estos caballeros que dicen gobernarnos continúan en su fiesta privada, en su orgía económica y moral, en su regocijo de decrépita decadencia recién estrenada; y actúan como si nada hubiese pasado. Todo ello, con el contubernio y la anuencia de su comadres titulados como sindicatos de apoyo a los ricos, los poderosos.

Bajo este panorama ¿Qué nos queda a la gente decente?

Creo que la respuesta es siempre la misma; emigrar. Sí, emigrar como lo hicieron un día nuestros padres, nuestros abuelos en busca de un futuro de verdad donde sólo con el trabajo se viva y no del trabajo de los demás.

La permanencia en cargos de responsabilidad de gente con mucha apetencia por lo ajeno, por lo que no ha ganado con su esfuerzo y tesón hace que se vea con normalidad vivir de la política. Cuando sabemos que se trata de una actividad regida por el altruismo y la dedicación, éstos la han convertido en un verdadero cenagal; sin vuelta de hoja.

¿Quién les ha pedido que se pongan en las listas electorales?

¿Por qué motivo convierten esta noble tarea en una dedicación rentable para una minoría cleptocrática?

En sus reflexiones encontrarán un candil que les alumbre en esta total oscuridad moral e intelectual.

Joseph Sczënczë