Es frecuente hallarnos ante situaciones incómodas que requieren de una cierta habilidad diplomática para salir de ellas.
Todos hemos pasado, en alguna ocasión, por la incomodidad de no poder contar un chiste o realizar algún comentario socarrón sobre determinados asuntos considerados políticamente incorrectos.
Tienen razón, es una memez. Pero, sin embargo, como tal memez proveniente de la casta que nos desgobierna actualmente, se nos impone y se nos inculca como catecismo anticuado y rígido. Por ello, creo conveniente, casi de forma obligada, proceder a adoptar una postura desobediente contra esta especie de dictadura moral, ética -es un decir- que los que más delinquen y amorales resultan nos imponen al resto como si de un rebaño lanar se tratase.
No cabe duda de que cuando la obligación nace de una fuente no legitimada no produce el efecto deseado o, al menos, no en todos los casos que desean. Les animo, para no sentir esta congoja, a ser políticamente incorrectos y, de esta guisa, comprobar como el alivio y la autonomía vueven a su corazón y cerebro.
No dejemos que las estrategias que otros utilizan para la perpetuación en el poder nos sean colocadas con el objeto de convertirnos en meras marionetas o extremidades que cada cierto número de años se mueven en un sentido u otro.
Recuerden, no hay nada más grato que rectificar nuestro propios errores que son el resultado de nuestras propias decisiones y de nuestros anhelos y, porqué no, de nuestros fracasos...
Hasta la próxima.
Joseph Sczënczë
Joseph Sczënczë