No ha podido ser; Madrid no consigue las Olimpiadas de 2016. Con esta cabecera comenzamos la disgresión de hoy.
No hay duda de que seguir el ritmo del mundo tiene sus precios y sus peajes que hay que pagar. En el caso de Madrid ya se ha pagado por segunda -y última creo- vez ya que en otra edición anterior se presentó, reformó y no gano.
El coste que tiene para un país esta serie de celebraciones es elevado pero el escaparate que aporta a la mundialidad restante es sustancioso a nivel político.Ese es el motivo de todo este circo donde los menos importantes son los supuestos protagonistas: los deportistas.
Por mi parte, no tengo empacho en reconocer que cada vez estamos peor. Me estoy refiriendo al nivel ético y moral que impera en nuestra clase dirigente.La imagen que transmiten es de un tonto supino que en ocasiones raya lo cursi. Nada más hemos de oír las palabras proferidas de los labios de nuestros más insignes representantes que no tienen reparos en tapar sus mezquindades y problemas bajo la alfombra de un acontecimiento supralocal donde se juega el futuro económico de nuestro maltrecho país. Todo un acontecimiento, vamos.
Seguiremos en contacto, gracias por leerme.
No hay duda de que seguir el ritmo del mundo tiene sus precios y sus peajes que hay que pagar. En el caso de Madrid ya se ha pagado por segunda -y última creo- vez ya que en otra edición anterior se presentó, reformó y no gano.
El coste que tiene para un país esta serie de celebraciones es elevado pero el escaparate que aporta a la mundialidad restante es sustancioso a nivel político.Ese es el motivo de todo este circo donde los menos importantes son los supuestos protagonistas: los deportistas.
Por mi parte, no tengo empacho en reconocer que cada vez estamos peor. Me estoy refiriendo al nivel ético y moral que impera en nuestra clase dirigente.La imagen que transmiten es de un tonto supino que en ocasiones raya lo cursi. Nada más hemos de oír las palabras proferidas de los labios de nuestros más insignes representantes que no tienen reparos en tapar sus mezquindades y problemas bajo la alfombra de un acontecimiento supralocal donde se juega el futuro económico de nuestro maltrecho país. Todo un acontecimiento, vamos.
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